Las principales Instituciones europeas ( Parlamento,  Consejo Europeo, Comisión, Banco Central Europeo…) han decidido dar un importante aliento a los que conciben Europa no solo como un espacio mercantil y monetario sino, sobre todo, una comunidad de pertenencia, autónoma y dedicada prioritariamente a defender los intereses de los ciudadanos.

      Una Europa fuerte y unida como antídoto contra los estragos de la pandemia y el auge de las fuerzas antidemocrática. Ese ha sido el mensaje de la canciller alemana, Angela Merkel, en un discurso previo  a un Consejo Europeo crucial y antes de que Alemania asuma la presidencia de la Unión, el 1 de julio. Una presidencia que también busca abordar  las políticas climáticas, la digitalización y la responsabilidad de Europa como actor global.

       Frente al riesgo de fractura postpandémica, Cohesión europea, defendió Merkel con vistas a las negociaciones del llamado Fondo Europeo de Recuperación, que se perfilan complejas . En la pandemia, “Europa ha demostrado su vulnerabilidad. Nunca antes la cohesión y la solidaridad en Europa han sido tan importante”, estimó Merkel , en una intervención que se tornó en una encendida y aplaudida defensa del proyecto europeo. Porque, según la mandataria alemana, el virus que se cuela en los organismos y asola economías es el reto mas grande de la historia de Europa al que ha de hacer frente la Unión, que en la fase dela reconstrucción amenaza con alimentar a las fuerzas populistas que se nutren de la desolación.

      La envergadura de los fondos puestos sobre la mesa para luchar contra las consecuencias económicas y sociales de la crisis pandémica (más de tres billones de €uros), su distribución  entre los beneficiarios (Italia, España, Francia y otros), así como las garantías aportadas por el Banco Central Europeo (BCE) a los mercados prestadores y la enorme cantidad liberada, demuestran claramente que Europa acaba de abrir una nueva senda esperanzadora.

      Realmente, más que a la dimensión estrictamente cuantitativa del dinero, se ha asistido, en los dos últimos meses, a un retorno de la política como eje vertebrador de lo que puede ser una Europa mejor. Un primer caso lo han dado los Estados miembros que respaldaron a Italia, España y Francia en sus pugnas para conseguir una reorientación de la ayuda, sujeta al interés general europeo y libre del dictado del mantra ultraliberal impuesto por la Comisión en sintonía con los países  supuestamente “frugales”; el segundo, el golpe dado por la declaración germano- francesa de apoyar  una mutualización de las deudas (camuflada con otro nombre, bajo la cultura alemana del ahorro) y, para finalizar el impulso de la Comisión que permite que los Estados puedan gestionar con más flexibilidad sus políticas presupuestarias. En roman paladino, por primera vez, es la política la que rige Europa, y no el espíritu de un Consejo de Administración de un Banco, con sus clásicas herramientas punitivas.

      La Canciller repite de manera reiterada que esta crisis no es como las demás, nos afecta a todos. Pero a la vez, Merkel es muy consciente de que no todos los países de la Unión parten de la misma fortaleza económica y por lo tanto se verán afectados de forma muy distinta. El riesgo de que esta crisis ahonde la brecha intraeuropea es precisamente lo que el desembolso multimillonario del fondo europeo tratar de evitar. “Las consecuencias médicas y económicas de estas crisis están profundizando los desequilibrios  en Europa”, mantuvo.  

         Angela Merkel expresó su deseo de que las negociaciones en torno al fondo se cierren antes del receso veraniego, es decir, a finales de julio. Los socios comunitarios debatirán el diseño de fondo de Recuperación con el que la UE aspira a mitigar la que se prevé  sea la mayor recesión de su historia y a apoyar a los países como España, los más afectados por la pandemia. En total son 750.000 millones de €uros, de los que 500.000 son ayudas a fondo perdido y el resto préstamos.

         La Canciller Merkel defendió la contribución alemana al Plan de Recuperación europeo como instrumento de Cohesión en un momento especialmente  difícil. “No podemos permitir que la pandemia distancie las perspectivas económicas en Europa. No debemos ser naif, las fuerzas antidemocráticas, radicales y autoritarias están esperando a una crisis económica para explotarla políticamente”, para “agitar los miedos sociales y esparcir la incertidumbre”. Se dirigía sin nombrarles  a los representantes de Alternativa para Alemania (AfD), el partido de  ultraderecha que entró por primera vez en 2.017 en el Bundestag con el 12,6% de los votos y crítico con la financiación comunitaria de los estragos de la pandemia en otros países. Su posición es sin embargo, minoritaria en un  hemiciclo en el que los socialdemócratas – en Gobierno de coalición con el centro derecha de Merkel – y los pujantes Verdes defienden una mayor implicación europea de Berlín.

         ¿Será que Europa desea existir ahora como un proyecto social-económico libre del yugo neoliberal? Es un aliento que podría desembocar en un nuevo desafío: construir las bases de una verdadera solidaridad política europea.

         Según la Canciller, la asunción de una mayor responsabilidad global en Europa, resulta especialmente necesaria en el contexto actual. ”El mundo necesita en estos tiempos la voz fuerte  de Europa para proteger la dignidad del hombre, la democracia y la libertad” Dijo Angela Merkel.

JUAN FRANCISCO FERNÁNDEZ 

Urge la realidad en la UE

La Opinión |