Si en algo se ha caracterizado este invierno, aparte de la sequía, ha sido por la ausencia de aburrimiento en la población y por una abrumadora actividad mediática. Desde las sesiones circenses con las que nos han obsequiado el “trío calavera”, Sánchez, Rivera e Iglesias, hasta lo que sale a diario  de ese manantial inagotable  que es la  corrupción, el pueblo ha tenido entretenimiento más que suficiente y los medios de comunicación especialmente la prensa digital y las tertulias crecen como hongos.

No quisiera creer pero me estoy convenciendo de que la corrupción en España es  congénita, nace con nosotros mismos y la aplicamos a diario cada cual en su mundo y en sus posibilidades; desde la factura sin iva hasta las cuentas en paraísos fiscales. La corrupción está contaminando a toda nuestra sociedad; hagas lo que hagas y toques lo que toques siempre hay algo o alguien que está detrás sacando provecho ilícitamente.

Sales a la calle y alguien te comenta que a él sus horas extras se las pagan en negro o que a fulano le ha tocado tres veces el gordo de la lotería; que los obreros de mengano echan diez horas pero solo cotizan por cuatro; que los de zutano la mitad no están dados de alta y que los de perengano están cobrando el paro pero acuden al trabajo y desaparecen cuando ven a alguien extraño.

Si seguimos ascendiendo de nivel social nos enteramos de empresarios cuyas empresas carecen de actividad pero les permiten una vida de lujo; de deportistas que gozan de contratos fiscalmente dudosos o aquellos otros, deportistas de élite y divos de las artes que acuden a los banquetes reales como españoles ejemplares  residentes fiscalmente en Andorra. Empresarios puestos como modelo en las Universidades; estafadores de guante blanco que no devolvieron lo afanado y aun van por la calle mirando por encima del hombro.

Tocar este asunto en el mundo de la política es meterte en un berenjenal con tantas ramificaciones que es imposible aclarar. Los populares ponen el cazo en Madrid o Valencia y a tanto el ladrillo. Los socialistas dejan a los pequeños ahorradores sin las viviendas que les prometieron; fomentan los ERE en las empresas para camuflar entre los derechohabientes a una procesión de advenedizos, en su mayor parte cargos políticos que jamás formaron parte de la plantilla; se embolsan el dinero destinado a formar profesionalmente a las clases que dicen defender y se lo funden en mariscadas, orgías  y  drogas. Los convergentes catalanes con su “molt honorable” a la cabeza que, amparándose en el «Espanya ens roba», se hace eco del dicho de que quién roba a un ladrón cien años de perdón y se lleva hasta  las lámparas del Palau de la Generalitat .

Y si rebuscas entre los papeles de los juzgados es para echarse a temblar. Se condena a los corruptos y estafadores pero no s eles obliga a devolver lo robado. Se dictan condenas ejemplarizantes que llevan a la trena a la Pantoja pero con delitos infinitamente superiores no hay ningún Pujol entre rejas. Se juzga y condena en cuatro días si son de una determinada  tendencia política pero en cambio las causas de los ERE prescriben –ya van catorce- por la lentitud calculada de la justicia andaluza. Razón tenían Chaves y Griñán al renunciar a su aforamiento para ser juzgados por la justicia andaluza. Razón la que tiene Pujol cuyas causas no exceden los juzgados catalanes, gracias a lo cual aún se permite amenazar con que si él va a la cárcel la democracia va a temblar.

No hay Institución en España libre del cáncer de la corrupción, en unas bien extendido y en otras por descubrir, pero son tantas las interconexiones  que investigando una se descubre otra y así a diario.  Hay otros tipos de corrupción que no desembocan necesariamente en el trinque y que afectan a buena  parte de nuestra clase política. El mercadeo de favores en provincias entre los de un bando y los del otro, impunemente tan descarados que ya saltan a la vista de todos, aunque el caso de mayor corrupción moral es el de los políticos que llevan  casi cuatro meses engañando al pueblo español a sabiendas de que no van a ser capaces de entenderse  o no lo quieren y anteponiendo sus intereses particulares y de partido al interés general. El daño causado es difícilmente cuantificable pero en la memoria del pueblo queda grabado y de esta corrupción, Pedro Sánchez tendrá que dar muchas explicaciones.

 

FRANCISCO DEL HOYO

 

 

Un cáncer llamado corrupción

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