Vicepresidente con Obama, y testigo privilegiado, por tanto, del traspaso de poder a Trump hace justo cuatro años frente al Capitolio, se le desprestigiaba entre otras razones por su edad, por cierto, algo más de 3 años mayor que su predecesor.
Biden, fue senador por Delaware en 1972, uno de los más jóvenes, por lo que cuenta con una experiencia en política de 50 años, enfrentándose a hitos globales en puestos privilegiados como la guerras del Golfo, Yugoslavia o Irak, oponiéndose al envío de más tropas en 2007. En primera línea se mantuvo en los gobiernos de Obama como vicepresidente. Así se convierte en el 46 Presidente de USA con una mujer como primera vicepresidenta, Kamala Harris, de ascendencia india y jamaicana, y un partido demócrata sin fisuras aparentes.
Este nuevo líder a todas luces parece contar con menos carisma que su predecesor, pero entre sus virtudes destaca el perfil dialogante y pragmático que le otorgan los años, pues desde el primer minuto se ha interesado en actuar sobre las tres crisis en su país, dos de ellas en el marco global, la pandemia y la situación económica, y otra en casa, con una sociedad dividida y bipolar que le deja como legado un Trump que promete no ayudar en esta cuestión en su mandato.
Ante cuestiones globales ha actuado rápido en revertir el proteccionismo de ultraderecha de Trump, regresando al acuerdo sobre el clima de Paris y a la OMS, imponiendo la mascarilla y activando planes de ayuda para los sectores más castigados por la pandemia. Aún queda por delante saber en qué términos relajará las guerras comerciales, también con Europa, y cómo se enfrentará a cuestiones enquistadas en Irán o en Israel y Palestina.
Demócrata y progresista ha respondido a los indocumentados con un plan a ocho años que beneficiaria hasta a 11 millones de americanos de facto, muchos de ellos latinos, y detendrá el muro de Trump con México. En su programa más impuestos para las clases altas y más coberturas médicas y sociales para las bajas, una vuelta a las políticas y planes de un Obama que agudizan lo peor, la otra cara de la moneda, el voto republicano enervado por organizaciones como Qanon y un expresidente que se erige como máximo defensor de los valores tradicionales norteamericanos de raza blanca, que dividen a la sociedad multiétnica americana.
La bolsa le da la bienvenida con tímidas subidas y muchas esperanzas en una vuelta a la globalización verde. En lo referente a España, recuperar los acuerdos comerciales referentes a eliminación de aranceles a través de Europa, como el de la oliva negra, el aceite o el vino entre otros, es una cuestión clave, pero no fácil, en el camino las bases militares en España y la política hacia América latina.
En resumen, su lucha es clave en cuanto a la pandemia, en un país que en sólo un año perderá medio millón de habitantes, una crisis económica global con respuesta demócrata multilateral huyendo del proteccionismo, más una crisis social en la que la sombra y legado de Trump le pondrán a prueba como político moderado y dialogante.
El deseo de la mejor de las suertes por la hormiga.