Acaba de llegar el Alcalde Manuel Serrano de visitar al Presidente Page y nos cuenta de su visita lo que muchos albaceteños ya sabíamos o al menos intuíamos, que nada de nada, palabras y promesas, promesas y palabras, sonrisas, palmaditas en la espalda y un eterno ya veremos que es un insulto constante a la ciudadanía de Albacete.
Esperar más de un año para que el monaguillo de Bono recibiera al edil albaceteño, el Alcalde de la mayor ciudad de la Región, ya es por sí mismo un desprecio a lo que representa y un insulto a quieres representa. De sobra conocemos la antipatía que Page siente por los albaceteños y por una ciudad que se le ha atragantado y en la que no consigue superar el descrédito de los 28 años de gestión socialista en la democracia.
No anda Albacete sobrada de líderes políticos y así quedó demostrado en la última contienda electoral. El PP presentó a alguien que no servía para la política y se marchó en pleno ecuador de la legislatura dejando en su puesto a alguien que aún sirviendo llegó tarde, porque ya a esas alturas y con el Gobierno regional en contra no caben ni los milagros. El PSOE presentó a alguien que ni para gobierno ni para oposición, porque vista su incompetencia para lo segundo, que es lo fácil, imaginamos cómo sería para lo primero.
El Alcalde de Albacete, la mayor ciudad de Castila-La Mancha, ha ido a ver al Presidente regional, que comparte sillón con los podemitas, para exponerle las acuciantes necesidades de sus representados. En calidad de vida se concretan en nuevos y necesarios colegios y centros de salud, en la construcción, prometida, de un nuevo hospital y en su defecto la remodelación del actual, quizás el más cochambroso de toda España, en el que Page se ha burlado una vez más de los albaceteños primero prometiendo un hospital nuevo y después gastando el dinero en lavar la cara al viejo, con un parking inutilizable y jardines de lujo que contradicen la miseria del interior.
Infraestructuras de futuro como la plataforma logística, obra capital que defienden unos y otros pero que no ocultan la contradicción entre lo que piden los socialistas albaceteños y lo que votan sus representantes regionales. Plataforma logística y puerto seco para todo el Sureste, aprovechando la privilegiada situación geográfica de la ciudad.
El Alcalde de Albacete no ha ido a pedir el oro y el moro sino lo que la ciudad necesita con carácter de urgencia. Los calificativos de Modesto Belinchón están fuera de lugar so pena de que esté intentando convencer inútilmente a los suyos de que es la mejor opción. Sí es oportuna la calificación de visita “provinciana” porque, contagiado por los aires imperiales de Toledo, Belinchón se adhiere al pensamiento colonialista toledano en donde todo lo que sobrepasa sus murallas es considerado “de provincias”. Para Page y los toledanos, Albacete es una colonia y así la tratan, con la aquiescencia de quienes aquí se humillan ante el monaguillo de Bono que reparte prebendas y favores, tan necesarios para la mediocridad de la clase política profesional.
Se equivoca en cambio Belinchón cuando califica la visita de “hooliganista”, empezando ya por demostrar el escaso conocimiento de la lengua y sí el de las frases hechas o lugares comunes. La RAE define hooligan como hincha británico de comportamiento violento y agresivo. Aún eliminando el origen del palabro, no creo yo que Manuel Serrano haya ido a Fuensalida de forma violenta y agresiva ni que el PP pueda ser acusado de hooliganismo por las mismas razones. Quizás Belinchón ha visto este defecto en su amo y en su Partido y quiere hacerlo extensivo a los adversarios, porque de arrogante, engreído, ególatra y jactancioso el monaguillo de Bono tiene un rato y de hooliganismo de aldea el PSOE se pasa.
En fin, Manuel Serrano tenía que ir a Fuensalida aún a sabiendas de que su visita resultaría estéril y más ahora a un año de las elecciones municipales y autonómicas. A Page le tiemblan las piernas y a Modesto Belinchón también y por ello cualquier concesión al adversario sería impensable. La actitud del Alcalde es la que corresponde a un digno representante de su pueblo mientras que la del jefe de la ¿oposición? está a caballo entre pataleta y deslealtad. Lo bueno de todo esto es que dentro de un año el electorado pondrá a cada uno en su sitio, si es que optan al “sitio”.