Democracia representativa, no es el gobierno del partido más votado Sr. Rajoy, ya esta bien de su dichoso “mantra”, es el gobierno de quién ostenta la mayoría de escaños. Y si no hay ningún partido que haya alcanzado dicha mayoría en el parlamento, todos ellos deberán esforzarse por conseguirla. Algo tan simple se convierte, sin embargo en una actividad sumamente compleja, como es nuestro caso, cuando no hay una tradición que la sustente a nivel nacional. Todo pacto se ve así como una pérdida, una concesión poco menos que inaceptable, y todos los partidos se blindan frente a los demás. En otros lugares con mayor tradición democrática la gobernabilidad se suele anteponer a los intereses de los partidos.
A fecha de hoy miércoles, parece que no queda más perspectivas que la de organizar una campaña electoral prolongando la interinidad hasta el verano. Es demasiado tiempo para España, un país agobiado por problemas y fracturas muy urgentes. Urge erradicar la pobreza infantil severa; la inversión en políticas activas de empleo, sobre todo para los parados de larga duración; la universalidad de la sanidad pública; el derecho a una vivienda en alquiler social a las familias desahuciadas o trasformar las becas en derechos. Urgencias con un telón de fondo: España es el país del €uro con mayor tasa de paro, déficit público más elevado, creciente desigualdad social y record de aumento de la deuda pública. Sin olvidar algo no menos grave: la ausencia de credibilidad ante la Unión Europea y la grave irrelevancia a nivel de política exterior. Ambas alcanzadas a largo de la pasada legislatura.
Después de más de cuatro meses de intentar consolidar un pacto de Gobierno, el fracaso se ha consumado. Ha sido un fracaso colectivo, que se debe corregir con una mayor voluntad política de acuerdo, pensando en la ciudadanía – sus necesidades, incertidumbres, desigualdades -, apartando los intereses de partido. Actitud positiva y altas dosis de confianza y lealtad entre los interlocutores. Queda el análisis de la experiencia y los comportamientos de los principales protagonistas.
Solo ha habido un intento serio, en estos más de cuatro meses, de formar Gobierno. Ese único proyecto se realizó entre el PSOE y Ciudadanos. Dos partidos ideológicamente distintos que tuvieron la habilidad de llegar a acuerdos de gobierno reformista y de progreso, haciendo un ejercicio práctico de trasversalidad. Pensaban en un ingreso mínimo vital para erradicar la pobreza infantil severa; multiplicar por cinco la inversión en políticas activas de empleo destinadas a parados de larga duración, recuperar la universalidad de la sanidad pública o reconocer el derecho a una vivienda en alquiler social a las familias desahuciadas y así hasta más de 200 medidas, pasando por la regeneración democrática y lucha contra la corrupción.
Bajo ningún concepto se entiende como ese único proyecto haya sido combatido de manera muy dura, tanto por el PP como por Podemos, los grandes culpables de que sea preciso de repetir elecciones generales por su actitud destructiva. El PSOE y su secretario general Pedro Sánchez han demostrado que sabe navegar contra los vientos adversos y que no pretende estar en posesión de la verdad, pero también sabe sostener sus posiciones. A diferencia de Rajoy, su actuación intentando formar Gobierno ha sido impecable con las instituciones, con los usos democráticos y con el electorado. Creo merece el apoyo sin fisuras del PSOE, partido que puede consolidarse como columna imprescindible para alcanzar la gobernabilidad, cosa que tendrá seguramente en cuenta todo el voto de la izquierda.
El Sr. Rajoy no solo está ahora en funciones lo está desde el inicio de la legislatura. La conservación del poder le ha absorbido de tal manera que no ha podido ocuparse de nada más, ni de sus compromisos electorales (no ha cumplido ninguno); el problema de Cataluña, donde el independentismo catalán ha triplicado sus expectativas, sin que Rajoy haya dado respuesta política alguna; no ha aceptado del Jefe del Estado el encargo de formar Gobierno y ha puesto la guinda decidiendo ahora no someterse al control del Parlamento, sin olvidar como elude de manera indignante la crisis de los refugiados. Considerando esta “brillantísima” trayectoria, no sabemos que es lo más extraordinario, si la “resistencia” del personaje o el de la ciudadanía que lo ha tenido que soportar.
El secretario general de Podemos, Sr. Iglesias no entendió bien los resultados electorales del 20-D. Aun entrando con fuerza en el Parlamento, ninguno de los cuatro partidos más votados se encontraba en condiciones de ponerse demasiado exigente y de marcar líneas rojas, como de manera inmediata hizo el Sr. Iglesias. Desde la noche misma, 20-D, de las elecciones, el líder de Podemos lanzó una tajante serie de condiciones tales como: reforma constitucional; referéndum en Cataluña, referéndum revocatorio a mitad de mandato presidencial. Advirtiendo que, de no ser aceptadas, a él le encantaría ir a la repetición de las elecciones; algo que quizás beneficie a su estrategia partidista, pero que enviaría señales negativas sobre la estabilidad política de España.
La ciudadanía sabe que el acuerdo PSOE-Ciudadanos no tiene nada que ver con la negativa del Sr. Iglesias a investir a Pedro Sánchez. Todos recordamos bien que el Sr. Iglesias se negó inicialmente a sentarse a debatir de políticas con el PSOE imponiendo un veto absurdo Y también es sabido que dos veces, antes y después del intento de investidura, se levantó de la mesa de trabajo destinada a negociar un acuerdo de Gobierno. A pesar de los intentos del PSOE, en estos cuatro meses nunca se logró que el Sr. Iglesias pasara de los eslóganes y las consignas para sentarse a debatir mínimamente de política. Tras estudiar el último documento de 20 propuestas que el Sr. Iglesias entregó en la única reunión conjunta celebrada con PSOE y Ciudadanos, se constató, y así se hizo público, que había amplia convergencia en políticas fundamentales (educación y sanidad) y que hasta un 70% de las medidas propuestas podrían haber sido debatidas e incluidas. Pero el Sr. Iglesias no dio esa oportunidad. Sino el portazo.
En estos últimos ocho o diez días el Sr. Iglesias ha tenido dos “resbalones” importantes. En el primero de ellos, parece que el Sr. Iglesias olvidó, que uno de los principios básicos de cualquier democracia es la defensa de la libertad de información. El Sr. Iglesias llegó a decir que buena parte de los periodistas que siguen a Podemos “están obligados profesionalmente” a hablar mal de ellos porque “así son las reglas del juego”. Debería saber el Sr. Iglesias que la regla de juego básica de la prensa en una democracia es la veracidad, y que su labor fundamental es el control del poder para evitar abusos, corrupciones o agresiones gratuitas como las suya. Da la impresión Sr. Iglesias que Vd. no entiende ni lo que es ni dónde está. Vd. ya no es un tertuliano televisivo.
En cuanto al “segundo resbalón”, por favor Sr. Iglesias, le ruego encarecidamente no vuelva a pontificar sobre Otegi. Este no ha movido un dedo por la paz en Euskadi. Piense en las víctimas y sus familias. No se invente reconocimientos.
En fin Sr. Iglesias volviendo a su portazo. Vd. lo que ha intentado dar un nuevo paso, no en una línea de alianza de izquierdas o de pacto anticonservador, sino en el objetivo de sustituir al PSOE y sobrepasarle como primer partido de la izquierda. Si Vd. hubiese optado por converger con el espacio socialista, y no de absorberlo, habría esperado al menos las respuestas de los Srs. Sánchez y Rivera, a sus 20 propuestas, en vez de romper súbitamente las conversaciones recién iniciadas.
Juan Francisco Fernández Jiménez – Ex Presidente de la Diputación de Albacete
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