Mi primavera en Praga
Gracias a la sensibilidad que emanan las dos últimas novelas devoradas, una de Sandra Barneda y otra de Alyson Richman y de ésta, su sugestivo título Los Amantes de Praga, mis musas dan por terminado su confinamiento. Tengo muy vivos los sentimientos que se me agolparon al visitar, sólo, durante 4 días, hace pocos años, esta bellísima ciudad, una obra de arte abierta al tiempo y a la codicia humana. Menos mal que sus habitantes han podido vencerlos, terminando sus invasiones militares y políticas en la llamada Revolución de Terciopelo en noviembre de 1989 con salida de la influencia rusa. Comentaré la invasión nazi del 15 marzo de 1939, razón segunda de mi artículo, siguiendo por la rusa del 20 de agosto de 1968 con sus famosos tanques y fuerzas del Pacto de Varsovia desfilando (lo tengo en mi álbum fotográfico mental en blanco y negro) desde la Ciudad Nueva, comenzando por la Plaza de San Wenceslao y siguiendo casi un km hasta la Ciudad Vieja, en la que asombra su reloj astronómico medieval, el Antiguo Ayuntamiento del siglo XIV, las iglesias góticas y el museo judío más antiguo del mundo. El lector sagaz ya habrá adivinado que soy su comisionado de turismo.
Fui allí atraído por un concierto del gran André Rieu, que debe ser un millonario que invierte su dinero en dar esos espectáculos deficitarios económicamente, pero con cientos de participantes lujosamente vestidos y músicas de gran calidad. De los que más me han gustado. Veo todos los vídeos que me llegan de este gran mecenas y artista y gozo con ellos. Soy aficionado a los conciertos con amplio abanico de gustos. Hasta recuerdo haberme escapado por la noche haciendo la mili , que yo la hice, aunque solo fueron 11 meses, en la que me ascendieron a la fuerza a cabo, con función de sargento, que me dejó la impronta autoritaria que me caracteriza. Esta confesión creo que es de un delito militar ya caducado. No creo que a mi senectud me lleven a galeras, como a mi admiradísimo colega, por soldado y novelista, Miguel. ¡Ah, Miguel!, ¿qué le habrá pasado al probe Miguel, que hacía mucho tiempo que no salía en noticias y cuando lo hace es porque lo han desmonumentado en la cultísima nación primera potencia mundial. ¿Cómo no va a mandar la Tierra plagas para defenderse de los ataques de sus seres más inteligentes? También la probe Tierra se preguntará qué habrá hecho para este pago.
La fechoría militar fue fue nada menos que para ir a ver a Fórmula V. Otros muchos eventos musicales, desde el Boss, hasta óperas en el saqueado Palau de la Música barcelonés, han alimentado mi espíritu.
Para llegar al lugar del concierto, pregunté en mi fluido inglés a un joven que me respondió a la gallega, preguntando: ¿Eres español, verdad? Él no sabía dónde estaba el O2, lugar del concierto. A su vez preguntó, en checo, a otra persona que me orientó por el metro a coger. Puntería la mía, pregunté al único español en Praga que sabe checo que, por lo visto, es de los más difíciles del mundo.
Al día siguiente me acerqué a Terezín. Que nombre tan bonito para un lugar tan horroroso. Mi alma empapada de arte de Praga y Rieu, se encogió como un fuelle al ver ya en la puerta el lema: “Arbeit macht frei”, el trabajo te libera, me pregunto con este rótulo ambiguo, cómo un régimen puede ser tan cínico e irónico. Se trata de una ciudad amurallada con una fortaleza, fundada en el XVIII por los Habsburgo y debe su nombre a la Emperatriz María Teresa. En 1914 fue recluido allí Gavrilo Princip, responsable de los atentados de Sarajevo, donde perdió la vida el archiduque Francisco Fernando y Sofía, su esposa, atentado detonante de la Primera Guerra Mundial. Me sorprendió ver en la celda donde estuvo y en la que murió cuatro años después, flores frescas. Pregunté y me respondieron que así a diario, desde hace más de cien años.
Durante la Segunda Guerra Mundial fue usada como ghetto judío. Los primeros encerrados fueron artistas e intelectuales, que terminaron de diseñar la ciudad, tren incluido, para 8.000 personas. A ellos se les debe el documental de los miles de dibujos, realizados a escondidas, con riesgo de ser vistos, cosa que ocurrió con las muertes consiguientes. Afortunadamente se pudieron recuperar como demostración del holocausto. De los 150.000 que pasaron después, 33.000 murieron allí y 88.000, los que no podían aportar nada, iban al este, Auschwitz, a ser exterminados. Sobrecoge el cementerio coronado con una estrella de David. Vi sus 4 hornos crematorios, que, cuando ya se aproximaba la liberación de Terezín, no daban abasto.
La Gestapo y el Régimen nazi utilizaron esta ciudad haciendo vídeos publicitarios. En una ocasión lo visitó la Cruz Roja para comprobar la bondad de una ciudad judía. Pintaron todo, abrieron tiendas en la que se “vendían” las propias ropas de los reclusos, simularon bares y a presos elegidos, los lavaron, vistieron y alimentaron para ser mostrados con disposición a ser preguntados. Obviamente tenían que simular hacer bien su papel ya que sino matarían a sus familiares, cosa que así ocurrió con algún mal actor que trató de decir lo que había. También dejaron que se formaran una orquesta y coros, con más de 150 personas, que cantaron el Réquiem de Verdi. Los dos conjuntos que lo hicieron dias antes, clandestinamente, cantaron su propio réquiem, ya que fueron incinerados.