¿Lecciones de Notre Dame?
Acabo de leer un artículo del insigne José Mª. Carrascal que hoy publica en ABC y lejos de compararme con él, sí voy a permitirme discrepar de parte de su contenido.
Cierto es que nuestra vecindad con Francia nos ha acarreado más disgustos que satisfacciones pero de eso a casi convertirnos en colonos suyos en los tiempos de Napoleón y el felón Fernando VII hay un largo trecho, que anduvo el valiente pueblo español echando a un lado sus diferencias y reaccionando contra en impuesto Pepe Botella y su corte de afrancesados. Quizás el gran fallo de los españoles fue no haber aprovechado el momento para abolir la traidora monarquía y haber establecido una república al estilo de la francesa, pero seguramente tampoco hubiera sido un éxito conociendo nuestra naturaleza disgregadora generada en ocho siglos de Reconquista.
Cierto también que desde Francia pero también de Alemania e Italia nos llegaron todas las nuevas corrientes arquitectónicas y artísticas, que aquí fructificaron y se engrandecieron, pero no es menos cierto que nuestra mezcla de razas, desde Hispania a Al Ándalus dio al mundo el mayor número de estadistas, guerreros, navegantes, descubridores, conquistadores y científicos mientras los francos pasaban el tiempo en torneos, justas y miserias.
Los franceses liquidaron la monarquía pero mantuvieron el Estado centralizado en el que actualmente el poder descentralizado tan solo es del 20%. En España y tras la unificación de los Reyes Católicos se mantuvieron aunque no sin dificultad leyes y fueros de los diferentes reinos hasta la llegada de los Borbones. Con Felipe V y tras la Guerra de Sucesión se impuso el Estado centralizado aboliendo leyes y fueros, salvo en el País Vasco y Navarra que le fueron fieles y creando una administración única copiada de la francesa con algún matiz castellano. Que Francia es la cuna de chovinismo y que siempre nos han mirado por encima del hombro se corresponde con el poco ánimo de los españoles para defender lo nuestro y con la aversión que siempre hemos sentido hacia los “gavachos”.
No sé dónde andaría Carrascal aquel 29 de Mayo de 1966, Domingo de Pentecostés, en el que ardió la catedral de León a consecuencia de un rayo. Allí acudieron bomberos de toda España, técnicos, ingenieros y pueblo en general desbordando todas las previsiones y aportando limosnas y donativos de todas las clases sociales. Se reformó la cubierta con una técnica que bien podían venir a copiar los franceses y la generosidad de los españoles fue igual o superior a la mostrada ahora por los franceses. Tiene razón al pensar que si hubiera ardido una catedral española las cosas hubieran sido diferentes. En Francia Notre Dame es patrimonio nacional y por tanto propiedad del Estado. Si en España ya se han desbordado las redes atacando a la Iglesia por creerla dueña de la catedral francesa, comparando la cantidad necesaria para restaurarla con la que se niega al tercer mundo y reclamando una vez más una nueva desamortización, imaginemos si esto llega a ocurrir en un templo español propiedad de la Iglesia, hubieran salido a la calle a celebrarlo los herederos políticos de los que antes las quemaron y hubieran organizado una campaña contra la recaudación de fondos.
La España de hoy no es la de 1966; no se parece en nada, es el segundo Estado más descentralizado después de Alemania, pero dudo que la reacción de los españoles no fuera similar a la de entonces. De hecho no hace tantos años que se terminó de construir La Almudena en Madrid y aún se sigue construyendo la Sagrada Familia en Barcelona y no creo que el dinero haya venido o venga de las mafias rusas o chinas.
Los españoles tenemos la inmensa capacidad de liarnos a tortas entre nosotros y a continuación unirnos para dárselas a quien se nos ponga por medio. De eso los franceses saben bastante aunque su chovinismo y “grandeur” les impida reconocerlo. También hay que reconocer que al igual que entonces hubo traidores afrancesados hoy también los habría y de hecho los hay y con responsabilidades de gobierno.