ETERNAMENTE AGRADECIDO

Hace un par de días que estoy en casa después de haber pasado un mes en el Hospital Quirón, haber estado al borde de la muerte y habiendo conseguido vencer al virus. De las dos formas en que podía haber vuelto esta ha sido la mejor, la otra hubiera sido en un frasco de cerámica con mi nombre. Yo no me hubiera enterado del viaje al otro mundo, mi mujer que me llevó al hospital  y mis hijos sí lo hubieran sufrido. Momentos antes de entrar en la UCI les envié un mensaje que podía sonar a despedida; “Estoy bien, os quiero mucho, cuidad de vuestra madre”.

Mi experiencia en la UCI será inolvidable después de despertar tras nueve días intubado y dormido, intubado primero y extubado después. Todos hemos pasado por un hospital en diversas ocasiones, la mayoría de visita, e incluso hemos llegado a la UCI a ver unos minutos a algún familiar, pero todo eso queda muy lejos de lo que es la realidad de esta Unidad y de quienes prestan sus servicios en ella. En mis largas horas de insomnio, sin apenas poder moverme ni hablar, dejas trabajar a la mente que por su cuenta va creando realidades paralelas de forma que llegan momentos en que no sabes si estás dónde estás o en otro mundo de ficción.

Cuando realmente estás consciente sufres la molestia de la intensa luz, más parecida a la de un estudio de cine y hasta te distraes con el ajetreo del personal repartiendo a cada enfermo sus tratamiento, el dictado periódico de los controles numéricos de cada uno, la rítmica rotura de ampollas para preparar las numerosas bolsas que cuelgan de cada cama  y el machaqueo en mortero de alguna medicina que no se da en estado líquido. Oyes todo y estás pendiente de lo que dicen de ti en los cambios de turno. Por la noche, en el poco tiempo que se apagan las luces intentas dormir sin conseguirlo; entonces entras a formar parte pasiva de la tertulia del personal en el único rato que tienen de relajamiento; así oyes como una se lamenta de que tiene que llevar ella la casa porque su pareja no encuentra trabajo, otro habla de las dudas sobre si van a cobrar horas extras y una enfermera veterana enseña a una recién llegada cómo funciona una máquina repitiendo varias veces el apagado y reinicio de la misma.

Si bien la UCI en estado de consciencia , intubado, sin habla ni movilidad es un auténtico martirio, hay algo que suple de sobra la soledad y el abatimiento, es la calidad humana de las personas que están a tu cuidado. Yo pienso que para trabajar en la UCI hay que tener una madera especial y aparte  de sus amplios conocimientos del oficio ser excelentes psicólogos que saben transmitir a cada paciente y en cada momento la palabra de ánimo que les ayuda a seguir luchando. Mi experiencia con todo el personal que me ha tratado es igualmente inolvidable. ¿Cómo explicar a la enfermera, sin poder hablar, que tienes ansiedad?. Una de ellas pacientemente te va enumerando una larga lista de posibles causas, dolor de tal o cual parte, gases, mareo, estreñimiento, etc.. Ante la dificultad de aclararlo, otra compañera me lleva un blog de notas para que intente escribirlo. Por más voluntad que pongo, escribir con la mano izquierda con movilidad muy reducida y con el brazo derecho inmóvil con multitud de vías y tubos, es tarea casi imposible. Lo intento y la enfermera juega pacientemente con las posibles interpretaciones sin llegar a a concretar ninguna. Llega el momento en que me rindo, cierro los ajos y dejo escapar algunas lágrimas; ella sigue unos minutos acariciándome la mano y dándome cariñosas palabras de ánimo. Entonces obra el milagro, me quedo relajado y dormido, el fuerte estado de ansiedad ha desaparecido. ¿Cómo olvidar esa voz fuerte con acento caribeño que te da una palmada y te grita “adelante hermano Francisco”?.

El Personal sanitario es el gran desconocido. Salvo los más próximos de atención primaria o de consultas, del resto conocemos muy poco, de su trabajo, de su preparación y en este caso de su valor. Son muchos los profesionales que se han lanzado al ruedo sin los test previos para conocer su situación, con la única arma y defensa de su profunda vocación, que de todas las profesiones vocacionales la de los sanitarios está por delante y a distancia.

Yo agradezco infinitamente la labor que están prestando en estos momentos tan difíciles. Tengo familiares y amigos en la profesión y vivo de cerca la situación por la que están pasando. En lo referente al lugar donde he pasado el último mes, el Hospital Quirón de Albacete, no sería justo si no reconociera públicamente y trasmitiera el profundo agradecimiento que siento hacia el personal, tanto de la UCI como de la planta, que me hayan atendido personalmente o no, qué importa, la calidad profesional y humana alcanza a todos por igual.

Reconozco y me consta que el personal de la sanidad privada no está igualmente tratado que el de la pública. Las empresas privadas de sanidad prestan un valioso servicio pero con el legítimo fin de obtener a cambio unos beneficios. Albacete tiene la suerte de contar con una Facultad de Medicina (de entre las mejores de España) y una Facultad de Enfermería, auténticas fábricas de profesionales con excelente formación que salen al mercado laboral, público o privado, esperando consolidar su situación profesional. Aquí es donde la ley de la oferta y la demanda se impone y en Albacete es  mucha la oferta de titulados y la empresa privada aprovecha la situación. Injusto pero lógico, es nuestro sistema económico capitalista liberal. Yo pediría a la Compañía sanitaria privada líder en España que reconozca y valore la excelentísima calidad humana y profesional con que cuenta en su plantilla y sepa corresponder con justicia a sus demandas.

Quiero despedirme mostrando otra vez mi eterno agradecimiento al personal sanitario en general y al del Hospital Quirón en particular, por su vocación, por su espíritu de servicio demostrad o con un valor incalculable y por su inmensa calidad humana y profesional. Ellos son los héroes de este triste episodio que asola España y el mundo. Todos han dado lo mejor que tenían, muchos incluso la vida. La sociedad y la historia no olvidarán lo que han hecho. Han sido en la tierra los auténticos Ángeles de la Guarda.

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