En el último artículo del jueves pasado decíamos al respecto de la inmigración: “Europa no puede permitirse una gestión tan deficiente de una crisis tan grave”. El programa de reubicación de refugiados que los Veintiocho Estados Miembros se habían comprometido: trasladar a 106.000 personas desde Grecia e Italia, principales puertas de acceso a suelo europeo, a otros paises. Sin embargo, solo hemos sido capaces de instalar 272, de los cuales 18 han llegado a España. Nuestro país tiene un pésimo record: solo ha creado 50 de las 9.360 plazas a las que se había comprometido, realojando sólo a los 18 asilados procedentes de Italia.

La paradoja se produce, cuando recordamos la generosidad con la que había reaccionado nuestro país en el momento de producirse la emergencia: surgió ejemplarmente iniciativas de solidaridad, la sociedad civil dio el paso adelante y responsables políticos en Comunidades Autónomas y Ayuntamientos apoyaron este impulso. A destacar la Genaralitat Valenciana, donde el presidente y vicepresidenta  apoyaron con entusiasmo la iniciativa de una empresa privada de rehabilitar un barco para socorrer a los refugiados del Mediterráneo. El Gobierno del Sr. Rajoy congeló la propuesta, excusando decisiones europeas. En realidad las iniciativas de la sociedad civil española han sido desalentadas y luego cuidadosamente silenciadas en la campaña electoral.

La responsabilidad última es de los 28 Estados Miembros, pero este enorme fracaso también lo es de las Instituciones europeas: el Presidente de la Comisión, que en septiembre de 2015, en su discurso sobre el Estado de la Unión, señaló la crisis de asilo y refugio como su prioridad; el Parlamento Europeo, cuyo presidente Martín Schulz, parece incapaz de fiscalizar a la Comisión; la Alta Representante para la Política Exterior y Seguridad, ha sido marginada en las relaciones sobre Siria y Turquía. No tiene calificativo y es una negligencia intolerable que después de ocho meses de Consejos Europeos extraordinarios, con negociaciones y discursos, solo se han realojado a 272 refugiados. Esta calamidad de gestión ha puesto en evidencia, la falsa acogida de los refugiados El precio a pagar por todos los ciudadanos de la Unión Europea va a ser muy caro, dolorosamente caro.

       Pero hay más. La Oficina Europea de Policía  (Europol) estima que al menos 10.000 niños refugiados, según previsiones más conservadoras, han desaparecido nada más llegar a Europa. Algunos han acabado con familiares sin conocimiento de las autoridades: Sin embargo hay otros que se encuentran en manos de organizaciones de tráfico de personas expuestos a convertirse en víctimas, desaparecer en los círculos de la prostitución, sufrir malos tratos o incluso morir. La Red Europea de Defensores Europeos del Menor, a través del Defensor de Menor holandés, ha presentado un informe solicitando, junto a sus colegas de otros 34 países, un Plan Europeo de Actuación para los Niños en Tránsito.

Suecia pretende expulsar a 80.000 solicitantes de asilo rechazados, ha establecido controles de fronteras y revisiones de documentos de identidad.  Dinamarca. El Parlamento danés aprobó el martes 26 de enero, una polémica reforma legal que restringe los derechos de los refugiados, sobre todo en lo relativo al reagrupamiento familiar. También contempla la normativa que se les requisen los bienes que excedan los 1340 €uros. El Director Ejecutivo de Human Rights Watch (HRW) Kenneth Roth consideró despreciablela aprobación de medidas que permiten la confiscación de bienes de los refugiados en paises como Dinamarca, Suiza o Alemania “¿De verdad que paises ricos como Dinamarca, Suiza o Alemania, tienen que privar a esta pobre gente de lo poco que les queda, para costear los servicios sociales? ACNUR, LA Agencia de la ONU para los Refugiados, considera esta medida como:”una afrenta a su dignidad y una interferencia arbitraria en su derecho a la privacidad”.

¡Que perverso es haber perdido la Memoria Histórica de Europa! Esa Memoria forma parte de las razones, de los cimientos de la Unión Europea. De su acervo comunitario. Europa es un proyecto de paz. Cuando acabó la II Guerra Mundial, millones de europeos buscaron el mar para huir del desastre en el que se había convertido Europa. El éxodo fue masivo y, Estados Unidos fue el principal receptor. Según datos que constan en el mayor centro de acogida y clasificación de inmigrantes del mundo, durante décadas entraron por allí 9 millones de europeos que provenían de Irlanda, Alemania, Austria y Escandinavia. Más de 8 millones de polacos, búlgaros, rumanos, húngaros, bálticos y rusos Y más de 5 millones de italianos y griegos. El total de la cifra impresiona: 22,5 millones de europeos.

En las fotos de la época aparecen esos europeos siendo despiojados en los puertos de salida, huyendo de matanza selectivas de personas, del hambre, la desesperación y las persecuciones. Los carteles de la época dibujaban al Tío Sam  como Moisés moderno que, con la bandera de la Libertad hizo que se abriera las aguas del Atlántico, pasando por ellas todos los que huían de la opresión.

Matteo Renzi, primer Ministro italiano, escribía el 14 de septiembre en El País: “Es necesario superar el egoísmo nacional…..Europa está en una encrucijada. O vuelve a encontrar las razones los ideales, para seguir unida, o se convertirá  en un aburrido condominio de reglas abstractas y estériles, casi siempre económicas y con mucha frecuencia equivocada…….Europa debe elegir si continuar dandole la espalda a la realidad o afrontarla. Con la espalda recta y la mirada visionaria……..Sé perfectamente que la historia no juzgará ami generación por el spread o las reformas, sino por las maneras que hayamos tutelado y defendido la dignidad de las personas”. Esa es la cuestión

Juan Francisco Fernández Jiménez – Ex Presidente de la Diputación de Albacete

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Aumentan los despropósitos

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