Esta angustiosa espera me recuerda a la de aquella familia en la que el padre estaba a punto de culminar el tránsito a la otra vida. Pasada la medianoche y sin que se viera nada claro, rodeado el expirante por toda la familia, el menor de los hijos le dice a la madre: “Madre, que digo yo que ni se muere padre ni cenamos”.

Pues algo así está pasando en estos últimos días en los que en Cataluña todos son preparativos, velas, catafalco, plañideras, trescientos curas y un abate, díscolos policías y una escolta  para cubrir la carrera del desfile póstumo dispuesta a sofocar las violentas lágrimas de quienes creían en la inmortalidad del “procés”. Pero el difunto aguanta a pesar de las numerosas invitaciones a que se olvide de respirar. “Antes me veréis enderezar la mirada que dar un paso atrás en este hito histórico” se diría Junqueras, mientras el otro expirante se consuela pensando que al menos en “Quatre Camins” no van a tener la oportunidad y el placer  de pelarlo al cero.

Y mientras tanto, los no dolientes, los ajenos al desenlace sufren en silencio los embates de la ola secesionista que los acorrala, insulta y  pone en la diana para hacerle imposible la vida, a ellos y a sus hijos. Esa mayoría silenciosa, que no va a derramar lágrima alguna al paso del féretro separatista, está sufriendo en los preparativos de las exequias  y lo seguirá haciendo cuando estas terminen si el odio que brota de ellas no es apagado por un programa de reeducación y si ellos mismos no imponen en la calle o en los medios de comunicación y en las urnas ese sentimiento mayoritario.

Pero ¿qué es lo que hace la sociedad española en general ante este espectáculo bochornoso y ridículo?, ver la prensa, la tele, comentar en la barra del bar, buscar culpables y pedir otra cerveza. Ahora, en estos días cuando se ve a las Fuerzas de Seguridad del Estado desplazarse a Cataluña, a alguien se le ha despertado el escondido sentimiento patriótico y salen a despedirlos a la calle como si marcharan a la guerra del Rif o al frente ruso.

Hace un par de días se celebró en Albacete una concentración de protesta por el acoso de los independentistas. La convocaba un grupo de profesores de la Facultad de Derecho con el lema: “En solidaridad con los catalanes que ven sus derechos y libertades vulnerados por no pensar como los nacionalistas”. En el escrito de convocatoria rezaba: “Los organizadores respondemos a ideas plurales y muy diversas…. Esta manifestación no es el lugar para expresarlas. Por esta razón rogamos a los asistentes que no expresen en la misma sus ideas políticas…. Marcharemos en silencio, nada de alegría hay en contemplar la barbarie, no portaremos pancartas ni banderas. Tampoco gritaremos consignas. Si algunos se aprovechan de la manifestación para expresar sus ideas políticas, en nada contribuirán a su defensa, pero harán fracasar el objetivo de la misma: abrazar fraternalmente a quien sufre, que es un mensaje claro y potente”.

Parece ser que a este grupo de profesores , que responden según ellos a ideas  plurales y muy diversas, no debe preocuparles demasiado el intento de golpe de estado que se está dando en Cataluña, ni  el desacato a las leyes y la Constitución ni la pretendida ruptura de España. Será por eso por lo que no querían  en su concentración consignas, banderas o pancartas que pudieran  herir la sensibilidad de algunos de ellos, seguramente de los que la roja y gualda les produce nauseas.

Es de agradecer que  alguien se preocupe por el sufrimiento de tantos ciudadanos españoles y catalanes que sufren ante la barbarie nacionalista. Todos nos preocupamos por ellos, pero yo quiero verlos a ellos precisamente salir a la calle, con banderas o sin ellas, a defender sus derechos frente a esta salvaje minoría que se ha adueñado de la vida catalana  aprovechando la pasividad de quienes son agredidos en sus derechos más elementales,  que sufren pero callan. Hoy parece ser que por fin en la Plaza de San Jaime va a haber una gran manifestación de españoles catalanes que respetan la Constitución y las leyes y entienden que los independentistas han colmado el vaso de la paciencia, A ver si este movimiento se extiende a todos los rincones de la Cataluña profunda y se siembra la semilla que condene al ostracismo a los enemigos del Estado y de Cataluña,  hoy representados por Podemos y  las CUP y jaleados por quienes a su sombra recogen el fruto.

De nada sirve que nos manifestemos en Albacete, en Sevilla o en Vigo si los españoles catalanes no independentistas  que residen en Cataluña y son a todas luces mayoría, no salen a la calle a hacer valer sus derechos y expulsan en su momento  a través de las urnas a quienes siendo una  ridícula minoría pretenden hacerse dueños y representantes del todo.

Quedan cuatro días para el sepelio de la locura independentista, pero muere el padre mientras la semilla de la insurrección florece entre los hijos. Será cuestión de analizar los errores cometidos durante estos últimos cuarenta años, las servidumbres prestadas por González –que ahora se rasga las vestiduras-, Aznar, Zapatero y Rajoy y  apuntadas ya por Sánchez y aprovechar el momento para poner remedio actuando sobre las nuevas generaciones. Todos  sabemos cómo pero a ver quién se atreve.

www.pacodelhoyo.blogspot.com

 

A cuatro días de la incógnita

La Opinión | 0 Comments