40 años, no son nada, ¡casi toda una vida!
Celebrando cuarenta años de una forma de convivencia que nos ha permitido avanzar como sociedad hasta lugares insospechados en los setenta. Fueron los padres de esta Ley los que idearon una forma democrática para el Estado, cierto que conociendo la variabilidad de nuestros políticos de antaño y venideros, los españoles precisaban una norma firme y rígida o mejor «de consenso», en cuanto a sus procesos de reforma. Tuvieron, por tanto, un gran sentido de la planificación y del desarrollo, tanto social como económico. Sabían que somos proclives a variar de acuerdo a la ideología que gobierna, por lo que debíamos contar con una estabilidad que evitase la decena de constituciones y proyectos que tuvieron lugar en unos 70 años en el XIX.
De esta forma, los procesos de reforma constitucional quedaban encuadrados en el consenso de las cámaras, la estabilidad política y con la voz del pueblo de por medio. Parece que tras 40 años, nuestra ley ha pasado con nota la historia reciente con XII Legislaturas, con acuerdos de gobierno en coalición o mayorías, ideologías de centro, izquierda, derecha y nacionalistas, un golpe de Estado, una legislatura transitoria o «en funciones» por no poder establecer gobierno, varias mociones de censura en las que recientemente una ha prosperado, activaciones de protección a la unidad territorial, desarrollo de un Estado pseudo federal, con 19 estatutos de autonomías, y un largo etcétera de Leyes Orgánicas desarrolladas a su amparo.
Ahora parece que se acentúa la necesidad del cambio de la misma, pero para ello debemos cumplir con sus reglas del juego o estaremos traicionando nuestra memoria. Si antes, en el bipartidismo, era una situación casi factible por mayorías, ahora se hace cada vez más necesarios los trabajos de negociación entre partidos.
A nadie se le escapa que la reforma sobre la sucesión en la corona es plausible y si se redactó de esta manera, quizá debamos preguntarnos en la memoria por las hermanas mayores del Rey Juan Carlos y de su padre, pero el principal escollo o debate lo lidera el título VIII sobre territorio así como la cámara del Senado, en dónde las ideologías no coinciden. Por último, están los que a pesar de ser minoría cuentan como ideario con un nuevo sistema que haga «borrón y cuenta nueva» propiciando un nuevo proceso constituyente y nueva constitución.
Pero ya advertí que es necesaria la estabilidad, si era difícil, a pesar del consenso, cambiar la sucesión de la corona por temor a un problema dinástico, imaginen cambiar las reglas del juego de las actuales comunidades autónomas con un gobierno en minoría y una autonomía que recluta violentos organizándolos y amenaza al Estado con una independencia a la «eslovena», es decir con un conflicto bélico como escenario.
Diría si me preguntan por tanto, que no es el momento para «aventuras».
En Albacete, recurríamos mientras tanto, como en tantos municipios a reclamar nuestra identidad española con la simbología de la bandera, pues como dije en una comida no hace mucho tiempo se violenta el sentimiento continuamente en nuestro territorio, y para eso no hacen falta pistolas, el problema es que la provocación drena la convivencia y aviva los ánimos para anular el dialogo y encontrar cauces pacíficos de desarrollo.
Felicito pues a nuestra Carta Magna por sus 40 años de estabilidad y consenso, ojalá su respuesta social siga posibilitando nuestro entendimiento y desarrollo por muchos años.
Blog: El Secreto del Hormiguero